La aparición de ejemplares de carabela portuguesa en la costa valenciana ha generado cierta alarma. Hemos pedido a Ainara Ballesteros, investigadora en un centro de referencia, el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) que nos despejara dudas. Ainara Ballesteros estudió el Máster en Evaluación y Seguimiento Ambiental en Ecosistemas Marinos y Costeros de la UPV.
Aunque la carabela portuguesa (Physalia physalis), tenga apariencia de medusa, en realidad no lo es. Lo que se observa habitualmente no es un organismo individual, sino una colonia de individuos pertenecientes al orden Siphonophora (filo Cnidaria) especializados en distintas funciones. La parte flotante en forma de vela (neumatóforo) se encarga del desplazamiento al ser impulsada por los vientos, mientras que la parte sumergida de la colonia está formada por tentáculos de colores azulados que pueden alcanzar unos 20 metros de longitud. Estas estructuras están especializadas en funciones tales como digestión (gastrozoides), reproducción (gonozoides) y captura de presas y defensa (dactilozoides), esta última a través de la activación de las células urticantes distintivas del filo Cnidaria, denominadas cnidocitos.
Esta especie es originaria del océano Atlántico, por lo que su presencia en el mar Mediterráneo depende de las condiciones meteorológicas (vientos, corrientes, etc.) que hacen que algunos individuos puedan entrar por el Estrecho de Gibraltar. La carabela portuguesa no sobrevive a aguas con temperaturas muy elevadas, por lo que con la llegada del verano, los ejemplares presentes en el Mediterráneo irán muriendo.
La picadura de la carabela portuguesa no es mortal. Lo que sí es cierto es que existen grupos de riesgo formados por personas alérgicas a la toxina, personas con cardiopatías y/o personas mayores o infantes, en las cuales su picadura puede generar ciertas complicaciones que pongan en riesgo su salud. De forma general, la picadura de la carabela portuguesa no produce la muerte, pero en la zona de contacto se generan unas distintivas pápulas ovales blancas con un margen rojizo que van acompañadas de un dolor intenso.
En caso de picadura, se recomienda primeramente retirar los tentáculos o fragmentos sin frotar utilizando por ejemplo, cualquier tarjeta plástica que podamos tener a mano o pinzas. Seguidamente, lavar la zona con abundante agua de mar (nunca con vinagre, ni agua dulce) y a continuación aplicar “hot packs” o sumergir la zona afectada en agua caliente durante un periodo de tiempo de 15 minutos. Finalmente, si el dolor persiste, se recomienda consultar al médico o profesionales de la salud.
Para cualquier duda o consulta, desde el ICM-CSIC contamos con la aplicación móvil iMedJelly, donde se recoge información sobre las principales especies de medusas de las costas españolas del mar Mediterráneo y los protocolos de actuación de primeros auxilios frente a sus picaduras. Además, ofrecemos contacto directo entre los bañistas y los expertos en dermatología y toxicología del Hospital Clínic de Barcelona para llevar a cabo un seguimiento personalizado de las picaduras de forma presencial o telemática.
Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)
Foto portada: Volkan Yuksel