Un blog de Universitat Politècnica de Valéncia, Campus de Gandia.

Turing, perdónalos otra vez

Espero que no se hayan gastado ustedes los seis euros cincuenta que cuesta la entrada de cine, porque nadie se los va a devolver y además habrán perdido un par de horas de sus vidas. Y es que “Descifrando enigma” es una mala película se mire por donde se mire. Desde el punto de vista cinematográfico es simplona y cursi, llegando a resultar ridícula en algunos momentos, y desde el punto de vista histórico está cargada de inexactitudes que podrían ser perdonadas si aportasen algo al argumento, pero es que ni eso. Si pierdo el tiempo escribiendo estas líneas es solo por intentar evitar que pierdan ustedes el suyo viéndola.

Supongo que el problema principal radica en el hecho de que el director-guionista-productor se ha metido en la cabeza la idea de filmar una película en la que aparece un genio, lo que tiene su complicación intrínseca, ¿porque cómo muestras esa genialidad sin tú mismo serlo? Creo que es razonable pensar que ni el director ni el guionista ni el productor de este bodrio son genios de las matemáticas (y desde luego tampoco del cine), pero es que además, los que nos sentamos en las butacas frente a la pantalla tampoco lo somos, ¿cómo vamos a comprender a un personaje genial?

Puede uno entender a un protagonista valeroso, romántico, divertido, depresivo, incluso a un psicópata, porque en el fondo todos poseemos una buena dosis de valentía, romanticismo, gracejo, depresión o psicopatía, ¿quién no ha deseado alguna vez matar a alguien? Pero entender la esencia de algo que por definición solo posee un número ínfimo de la población es como pedirle a una gamba que entienda lo que significa ser un perro.

Alan Turing. Imagen, BBC

Alan Turing. Imagen, BBC

Así que supongo que el productor, el director y el guionista se sentaron entorno a una mesa en una cafetería y pensaron: a ver, ¿qué tiene que hacer Alan para que nuestros generosos espectadores se convenzan de su genialidad? Y decidieron poner un poquito de cada uno de los genios que han visto alguna vez en la tele. Porque por supuesto, no conocen a ninguno de carne y hueso (¿quién conoce alguno?), pero es que ni siquiera se habrán dignado en conocer a un matemático de los normales, y si lo han hecho no se nota.

Y uno de los tres dijo:

-Está el chico este que lo repite todo tres veces, ¿cómo se llama? El de la serie esta de frikis… ¡Big Band!

-¿Big Bang?

-Sí, eso, Big Band. El larguirucho.

-Se llama Sheldon.

-Ese es un genio. Apunta. ¿Alguno más?

-Sí, ese otro, el del que hizo “Espartaco”.

-¿Espartaco?

-Bueno, el Espartaco moderno. Sí, el hombre este de la verruga en el entrecejo.

-¿»Gladiator”?

-¡Ese! Hizo una peli antes, ¿no? De un genio.

-¿Te refieres a ”Una mente maravillosa”?

-¡Ah!, sí, apunta, apunta.

-Vale, ¿alguno más?

-Había una peli antigua… de Tom Cruise.

-¡Top Gun!

-No hombre, la que salía Dustin Hoffman.

-¡Ah! Sí, qué película más chula.

-El tipo ese tenía poderes mentales, ¿te acuerdas?

-Contaba palillos.

-Sí, y se sabía de memoria el nombre de todos los jugadores de las ligas mayores. ¾Sí, sí, es verdad, no me acordaba.

El Alan Turing de “Descifrando enigma” es un 33% de Sheldon, otro tanto de John Nash y otro más de Rain Man. Todo mal aderezado.

Está bien, es ficción, no tiene por qué tener nada que ver con el Alan Turing real, pero es que estamos hartos de ver a Sheldon. Y encima éste no hace ni pizca de gracia.

Luego, resulta que echan un ojo a la Wikipedia sobre lo que hizo el tal Alan Turing y al parecer, que participase en un proyecto ultrasecreto, sometido a la presión del avance de los alemanes, con el objetivo de desarrollar una herramienta capaz de descifrar los códigos de comunicación enemigos, no les parece una situación de conflicto relevante, no debe de ser lo suficientemente dramática, no es un obstáculo de envergadura para su super-Alan-Sheldon-RainMan-Nash, así que deciden introducir una serie de problemones de los de aúpa.

-A ver, ideas -dice el director-. Pero que sean buenas.

-Que su jefe sea un capullo – sugiere el guionista.

-¡Muy bueno! Un jefe capullo, eso no está nada visto. Espera que lo apunto.

Da igual que ese jefe sea quien le ha fichado, entre otros, para descifrar Enigma y que, en plena guerra, se suponga que tiene cierto interés en alcanzar el éxito (por su país, claro, pero también por él, pues es uno de los máximos responsables del programa). Eso es lo de menos, su objetivo número uno es poner cara de militar cabreado y dedicarse a ponerle palos en las ruedas al pobre científico. ¡Pues no va un día y se planta en el laboratorio y le apaga la máquina así porque sí! Es que vas muy lento, pues voy y te apago el cacharro. ¿Eso en qué lógica cabe? Otro día le acusa, delante de un montón de gente, de ser un espía ruso. Así, gratuitamente, por sembrar desconfianza, por caldear el ambiente. El pobre Alan-Sheldon-RainMan-Nash se le queda mirando completamente alucinado, igual que el espectador, como preguntándose: ¿Y esto? ¿A qué viene ahora? Y el jefazo le dice que debe de ser él el espía, porque… agarraos: “Los espías son gente muy callada”

¿Y se supone que este tío dirige un departamento de espionaje? Suerte que estaban los rusos y los yanquis de camino, que si no estaríamos hablando alemán en toda Europa.

-Vale, más cosas -dice el productor-. Venga, vamos a poner a nuestro protagonista en un buen aprieto.

-Pueeeesss…. Que su equipo le haga el vacío. Como es tan listo, le tienen celos.

-Uauuu, muy buena. ¿Cómo se te ha ocurrido?

-Es que en el cole les hacíamos eso a los cuatro-ojos.

Esto no es serio. Estos señores trabajan para el gobierno, los alemanes les están bombardeando un día sí y otro también, ¿y ellos se dedican a hacerle el vacío al empollón de la clase?

Y así todo. Hay que mostrar que es homosexual. ¿Cómo? Bueno, pues abrimos una nueva línea argumental donde se vea a un niño de mirada insinuante. ¿No podían introducirlo en la historia principal? ¿No podían tratar el drama de la homosexualidad de un científico en los años 40 de una forma seria y coherente? ¿Como un aspecto más de la problemática a la que se enfrenta su personaje?

No. No podían. Eso es pedirles demasiado.

“Descifrando enigma” renuncia desde el principio a buscar el átomo fácil que siempre hay en lo complicado. Esquiva los problemas. No explica por qué la máquina construida por Alan fue innovadora, ni qué significaron sus descubrimientos en el desarrollo posterior de las computadoras. Vamos al cine a ver un genio y nos muestras a un tipo rarito. Podrían haber explicado qué hizo, pero eso les debió parecer tarea ardua y poco rentable.

Dijo Feynman en alguno de sus libros que si no eres capaz de explicarle a tu padre lo que estás investigando, es que en el fondo no entiendes lo que estás investigando.

Pues eso, si no eres capaz de hablar de la genialidad de Turing, no hagas una película sobre Turing.

Algunos enlaces relacionados con el tema:


Francisco Camarena, profesor e investigador en el Campus de Gandia UPV.

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