Ya estando en el instituto tuve inquietudes relacionadas con la ciencia, y quizá por eso mi formación se dirigió más hacia esa rama, y al final terminé en el grado de Ciencias Ambientales del Campus de Gandia. Fue un auténtico golpe de realidad estudiar esa carrera, donde me di cuenta de dos cosas: la primera, que el cambio climático es una realidad que podemos apreciar en nuestro día a día; la segunda, y más preocupante, que falta mucha concienciación en la población, lo que agrava la primera premisa.
Fue en el Campus de Gandia donde me llegó la primera oportunidad de investigar, en forma de Trabajo Final de Grado, para trabajar en algo que puede ser útil para el medio ambiente. Fue de la mano de una de las profesoras de biología, Claudia Pallotti, que me mostró un proyecto muy interesante con leguminosas. Esta familia de plantas tiene un gran valor a distintitos niveles, pero además son capaces de fijar el nitrógeno en el suelo, mejorando así sus propiedades edáficas. Además, este compuesto da origen al ozono troposférico, el cual es perjudicial para la salud humana y es un gas de efecto invernadero.
Así pues, esa línea de investigación nos llevó a desarrollar un método de aislamiento de las bacterias del suelo que, entrando en simbiosis con las leguminosas, nodulan en las raíces y promueven la fijación de este gas en el suelo.
Sin embargo, cuando terminé la investigación, y gracias a otras investigadoras que me acogieron durante mi proyecto, quise ir más allá. Así terminé haciendo el máster de Biotecnología Molecular y Celular de Plantas, ofertado por la UPV en asociación con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP). Allí se lleva la ciencia como forma de vida, y los proyectos que se llevan a cabo son auténticas obras de ingeniería molecular.
En mi caso, y siendo consecuente con mi formación ambiental, decidí centrarme en la resistencia de las plantas al cambio climático. Por eso, estudiamos los genes relacionados con el crecimiento de los tallos, y que estuvieran involucrados con un conjunto de proteínas cuya síntesis se ve afectada en función de varios aspectos, como las condiciones ambientales de la planta. Así pues, se pudieron generar unas líneas de plantas mutantes que dieron como resultado un fenotipo interesante, pues eran plantas que crecían a pesar de estar sometidas a estreses ambientales. Esto fue un hallazgo interesante puesto que las plantas tienden a detener el crecimiento, en favor de la defensa, cuando hay condiciones adversas.
Pero la investigación no quedó ahí, puesto que generé lo que se denomina “línea testigo”, lo que ayudó a ver en que regiones se expresaba nuestro gen candidato, mediante técnicas de microscopía.
Estos hallazgos son muy importantes, puesto que, a pesar de haber llevado los estudios en plantas modelo (Arabidopsis thaliana), abre la puerta a futuras investigaciones con plantas de interés agronómico. Es decir, se podrían lograr plantas que resistieran periodos de sequía, problema que nuestro territorio sufre con bastante frecuencia y que, por desgracia, se verá incrementado a causa de las nuevas condiciones que nos está trayendo el cambio climático.
En la actualidad, ambos proyectos continúan su curso en instituciones prestigiosas a nivel comunitario y nacional; y yo espero poder seguir aportando mi granito de arena y doctorarme en alguna disciplina relacionada con la biología y el medio ambiente.
Investigadora de la UPV