Investigadores del Campus de Gandia de la UPV están estudiando el único ejemplar de jaiba azul (cangrejo exótico de grandes dimensiones) encontrado en la costa gandiense. Se trata de una especie de cangrejo depredador, comestible, de color azulado, del que se vienen encontrando ejemplares aislados desde hace año y medio en la costa mediterránea; y si no se controla su expansión, este cangrejo podría suponer una amenaza para especies autóctonas de moluscos como las tellinas, o para peces.
La jaiba azul proviene del Atlántico Occidental, pero se está expandiendo por todo el Atlántico y el Mediterráneo. Según Miguel Rodilla, director del Máster en Evaluación y Seguimiento Ambiental de Ecosistemas Marinos y Costeros y profesor del Grado en Ciencias Ambientales del Campus de Gandia, hace dos años que intenta localizar ejemplares, por las grandes repercusiones biológicas y económicas que tendrá su reproducción en el Mediterráneo.
El primer ejemplar en la Comunidad Valenciana se halló en la Albufera en octubre de 2014; luego se encontraron ejemplares en Guardamar del Segura y en mayo se encontró la primera jaiba azul en Gandia. En el caso de Gandia, fueron los pescadores, con quienes colabora Rodilla, los que le entregaron el ejemplar capturado y aún vivo.
Su ciclo vital es muy corto (viven de media 3 años) pero durante ese tiempo crece hasta alcanzar los veinte centímetros, lo que lo convierte un voraz depredador. Come grandes cantidades de moluscos, como tellinas y almejas; huevos de sepia, medusas e incluso peces… por lo que su expansión puede ser un peligro para las especies autóctonas. Para las instituciones y también para el sector pesquero es crucial saber cómo controlar su expansión.
UNA ESPECIE COMESTIBLE CON UN ÚNICO DEPREDADOR: EL SER HUMANO
La buena noticia es que el cangrejo es comestible, pero su único depredador es el ser humano. De hecho, en Italia y en Grecia ya se está pescando y comercializando. ‘Tenemos que conocer sus hábitos. Sabemos, por ejemplo, que se reproduce en estuarios o masas de agua dulce costeras, como la Albufera; aquí es crucial controlarlo porque supondría un gran peligro para la biodiversidad de este entorno’, aclara el especialista.
La jaiba azul se adapta fácilmente a diferentes tipos de salinidad, es muy resistente a algunos contaminantes y puede vivir con concentraciones bajas de oxígeno. Ya se ha expandido a Turquía, Grecia y sur de Italia desde Sudamérica; sus larvas viajan en las aguas de lastre y ahora que ha llegado a las costas valencianas, lo más probable será que se quede y se reproduzca.
Las aguas de lastre son las aguas que el barco utiliza para equilibrar su línea de flotabilidad, en función de la carga que transporta. Al navegar los barcos pasan por zonas de mar con diferente salinidad. A más salinidad, el barco flota en exceso y carga agua del mar, donde se encuentre, para tener más peso. Cuando la salinidad disminuye, el barco suelta el agua de mar que transportaba para equilibrarse. De esta forma las larvas de una zona pasan a otra. ‘Los puertos deben establecer medidas de control del agua que llega y la marina mercante debe ser consciente de los peligros de esta práctica’, concluye Miguel Rodilla.