Campus de Gandia Ciencia

Aviones, vencejos y golondrinas: recurso natural y cultural de nuestros pueblos

Como todos los años, los cantos de aviones, vencejos y golondrinas nos marcan el inicio de la primavera. Fieles a la cita, estas aves insectívoras vuelven desde África viajando miles de kilómetros. Inevitablemente, nos vienen a la memoria esas tardes de verano jugando en las calles del pueblo mientras los escuchábamos cantar y observábamos sus acrobacias en el cielo. Estas aves siempre han estado presentes en nuestros recuerdos de verano, yendo a las casas de huerta, a las paredes de los edificios más emblemáticos y a las casas cercanas a las plazas y parques para hacer sus nidos.Estos últimos años, las poblaciones de estas aves no lo han tenido nada fácil. A pesar de superar todos los obstáculos de la migración, cuando llegan aquí se encuentran frecuentemente sus nidos tapados o deshechos y un incordio obsesivo para conseguir que no nidifiquen en nuestros balcones y fachadas, alegando que queremos «ciudades limpias». Nada más lejos de la realidad, estas aves son excelentes reguladoras de las poblaciones de insectos aéreos.

Sara Tortosa, alumna del Campus de Gandia y autora del artículo

Mientras nos preocupamos por la suciedad que pueden causar a nuestros hogares, nos olvidamos de la simplicidad de la solución: mesas de PVC a una distancia prudencial del nido o trozos de cartón fijados en el suelo para evitar que los excrementos de aviones y golondrinas nos afectan. A pesar de que son aves protegidas y que echar o tapar sus nidos es ilegal y está sancionado económicamente, continuamos intentando echarlas de sus hogares.

El caso de los vencejos es, si cabe, más absurdo. Es necesario explicar que son animales filopátricas; tienen fidelidad a su lugar de nidificación. Hacen sus nidos en pequeños agujeros y grietas, propias de fachadas antiguas. Curiosamente, los vencejos adultos eliminan los excrementos de los polluelos transportándolos con el pico a áreas fuera del alcance de la colonia, por lo tanto, no manchan las fachadas. Tienen cada vez más difícil encontrar lugares adecuados para anidar debido a las rehabilitaciones y cambios en la manera de construir. Además, los vencejos establecen una relación de colonia con todos sus «vecinos» de fachada, que sirve para marcar el territorio, protegerse de depredadores y mantener la cohesión de sus miembros. Cuando se tapan sus nidos, además de someter los vencejos a la búsqueda casi imposible de un nuevo refugio, rompemos el vínculo colonial.

Foto: Pau Artigas

No todo son noticias malas. Muchos ayuntamientos que han valorado su función ecológica están cambiando las tornas. Buenos ejemplos son ayuntamientos como el de Burjassot y el de Almassora que, además de ofrecer formación, han distribuido entre los vecinos cajas nido para golondrinas y aviones y han instalado cajas nido en los edificios públicos y parques. También ayuntamientos como el de Benicarló han trabajado reconstruyendo nidos de vencejo destruidos.

Pero, todavía podemos dar un paso más allá, incluyendo estas maravillosas aves dentro del patrimonio histórico y cultural de cada pueblo y ciudad. Para asegurarnos que, cuando salgamos a pasear o a jugar con nuestros hijos en las tardes primaverales, nos seguirán acompañando sus cantos y acrobacias. Porque si desaparecen de la iglesia del pueblo y de los edificios históricos, parecerá que estamos mirándolos con unos tapones a las orejas y la experiencia no será plena.


Sara Tortosa Martínez

Estudiante del Grado de Ciencias Ambientales en el Campus de Gandia de la UPV

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