Campus de Gandia Ciencia

En ciencia, todo esfuerzo acaba teniendo recompensa

Virginia Garófano Gómez, que ha realizado su tesis doctoral en el Campus de Gandia, nos cuenta su experiencia predoctoral y actualmente postdoctoral en la Universidad Blas Pascal de Clermont-Ferrand (Francia).

El interés por los ecosistemas fluviales y la vegetación de ribera me surgió cuando estudiaba Ciencias Ambientales en la Universidad de Granada y por ello decidí buscar programas de doctorado relacionados. En la UPV encontré el programa del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente que tenía una intensificación en evaluación de impactos ambientales. Casualmente había conocido en un congreso sobre ecohidráulica a Francisco Martínez Capel, profesor e investigador de dicho departamento que trabaja en el Campus de Gandia y que acabaría siendo mi director de tesis. En estas condiciones decidí mudarme a Gandia para comenzar el doctorado.

El comienzo no fue fácil porque, a pesar de la buena acogida que recibí, empecé la tesis sin financiación. Hasta que llegó ese momento, tuve la suerte de colaborar con la consultora TECNOMA en sus estudios, lo que me permitió recolectar los primeros datos para mi tesis. Simultáneamente obtuve una ayuda de investigación del CEIC Alfons el Vell de Gandia que me permitió publicar un monográfico sobre las riberas del río Serpis.

Pero el punto de inflexión fue la obtención de la beca de Formación de Personal Investigador de la UPV, que me permitió dedicar los siguientes cuatro años a trabajar en proyectos de investigación y a concluir mi tesis doctoral. Además, gracias a varias ayudas pude desarrollar parte de la tesis en Reino Unido, Italia y Austria, para así poder optar al doctorado con Mención Internacional. Estas estancias han sido para mí la mejor parte del doctorado.

Tras terminar la tesis participé en varias convocatorias postdoctorales nacionales aunque sin suerte, principalmente porque falta financiación en investigación y porque la competitividad es mayor a medida que se escalan etapas en la carrera científica.

Después de más de un año desempleada, en marzo de 2014 conseguí un contrato a media jornada como técnico de investigación en la UPV, que me permitió participar en la dirección de una tesis doctoral. En junio de 2014 supe que había conseguido uno de los 4 contratos postdoctorales para extranjeros de la Universidad Blas Pascal en Francia. Recibí la noticia con una sensación agridulce: sentí una gran emoción porque trabajaría con personas a las que admiro, pero también sentí miedo y pena porque significaba alejarme más de mi familia, de mi pareja y posponer una posible maternidad. Y es que hacer un postdoc es una decisión que no tomas sola.

Llevo desarrollando mi proyecto postdoctoral 1 año y medio en el Laboratorio CNRS-UBP de GEOLAB y en colaboración con la unidad de investigación INRA-UBP de PIAF. Ambas unidades de investigación son muy punteras y tengo la suerte de estar rodeada de gente muy competente que me han acogido de una forma inmejorable.

En mi proyecto postdoctoral realizamos un trabajo experimental en condiciones semi-controladas para caracterizar la respuesta morfológica y biomecánica del álamo negro (una de las especies de ribera más emblemáticas del hemisferio norte) a diferentes procesos fluviales. Además tengo el privilegio de colaborar en diversos estudios en el río Allier, uno de los pocos ríos europeos que aún conservan su dinamismo natural. En junio de 2015 presenté los primeros resultados del postdoc durante la celebración del congreso I.S. RIVERS en Lyon y fui agraciada con uno de los dos premios otorgados por el público a los mejores posters del congreso.

Los tiempos son difíciles tanto para trabajar en ciencia como en cualquier otro campo. En España muchas personas tienen una gran incertidumbre laboral y si bien es cierto que trabajar en ciencia siempre ha estado difícil, ahora lo está más que nunca. Muchos jóvenes se ven empujados a salir de España como única opción y esto es dramático. La sociedad española debe demandar una mayor inversión en investigación, ya que es fundamental para la creación de conocimiento y progreso; sin ella un país carece de futuro. Facilitar el acceso a jóvenes a la carrera científica en unas condiciones dignas debería ser una tarea prioritaria de nuestros gobiernos, que permanecen impasibles ante la ‘fuga de cerebros’.

Me gustaría concluir dando un consejo a los nuevos doctorandos: aunque el doctorado es un proceso largo, no hay que desanimarse, hay que disfrutar el camino, aprovechar la experiencia y sacarle el máximo partido, especialmente estableciendo contactos con otros profesionales y aprendiendo a utilizar herramientas y técnicas que serán posteriormente de utilidad, incluso si se decide dar otro rumbo a la carrera profesional. Todo esfuerzo acaba teniendo recompensa.

Virginia Garófano Gómez

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